A pesar de todo
lo escrito hasta ahora, pienso que hay que evitar el excesivo alarmismo y huir
de planteamientos que tengan un trasfondo político interesado y un inadecuado
determinismo. Como escribió el profesor titular de Geografía Humana de la Universidad Autónoma
de Madrid, en su Análisis del Envejecimiento Demográfico, D. Julio Vinuesa
Angulo: “….la prospectiva no debe
imaginar el futuro como una línea única y predeterminada que prolonga el
pasado. Por el contrario, ha de esforzarse en mirar hacia el futuro en su
condición de múltiple e indeterminado. Al hacer valoraciones demográficas, sin
embargo, es frecuente centrarse en las previsiones exclusivamente cuantitativas
que resultan de la extrapolación de tendencias; por tanto, con un excesivo
carácter determinista”.
Para valorar las
consecuencias futuras de un proceso demográfico, sobre todo a largo plazo, hay
que tener en cuenta que en el futuro el contexto socio-político y cultural
seguramente será muy diferente al que ahora vivimos en muchos sentidos. Hay que
considerar que se producirá la incorporación de un mayor número de mujeres al
mercado de trabajo, que probablemente sea necesaria una mayor cualificación de
la mano de obra, que la robotización habrá alcanzado cotas que no imaginamos,
que posiblemente se haya alcanzado una mayor eficiencia de los sistemas
productivos, etc.
Evidentemente el
envejecimiento de la población es debido a una mayor y mejor asistencia
sanitaria y seguramente en el futuro se producirá aún un mayor gasto sanitario,
pero probablemente se dedique a una mayor calidad y eficiencia de la atención,
por lo que se podrá atender a una mayor población longeva con un menor gasto
relativo. Tampoco sabemos como se producirán los cambios en lo que a
dependencia senil de refiere, seguramente la atención a los dependientes se
hará mediante una combinación de actores públicos, de entidades privadas y de
la familia. Lo único que está claro es que ya hay que mover ficha para tomar
conciencia del futuro e ir preparando las transiciones adecuadas.
Fiar una buena
parte de la corrección de la situación demográfica futura a la inmigración es
un error, desde mi punto de vista. La influencia de los movimientos migratorios
del futuro es tan incierta como difícilmente previsibles son éstos. Porque es
difícil saber en estos momentos cómo será la situación de los países
actualmente emisores, cuál será la de los países receptores y cómo se
comportarán éstos ante los flujos migratorios dentro de 30, 40 o 50 años.
Parece claro que las migraciones seguirán produciéndose en tanto las
desigualdades y desequilibrios entre países ricos y pobres sigan estando
presentes al nivel que lo están hoy día, sin que ningún nuevo elemento altere
la situación. Pero hay que considerar que la intervención de adelantos en
telecomunicaciones, en la robotización y en los transportes, sin duda alguna,
alterarán la distribución espacial de los factores de producción y quizás de la
riqueza, por lo que lógicamente los movimientos migratorios podrían cambiar,
pero ¿en que sentido? Y ¿hasta que grado?
En palabras del
profesor D. Julio Vinuesa Angulo: “Al
hacer prospectiva, es una buena actitud aprender del pasado que el tiempo, con
su capacidad de sorprender, invalidará muchos de los razonamientos que se hacen
hoy sobre el futuro”.
Un informe del Departamento de Población
de Naciones Unidas del año 2000[1]
señalaba de manera bastante alarmista lo siguiente:
“….
el diagnóstico viene a ser el siguiente: si se mantienen las pautas de comportamiento
demográfico actuales, España tendrá en 2050 nueve millones y medio de
habitantes menos que ahora, pero el problema se agudiza en los cambios que
habrán de producirse en la estructura de la pirámide y, concretamente, en la
relación numérica existente entre la población en edad de trabajar y la que ya
ha cumplido los 65 años (edad teórica de jubilación). En la actualidad (año 2000) hay más de cuatro personas en edad activa por cada jubilado y, según
los cálculos de Naciones Unidas, dentro de cincuenta años sólo habrá 1,4[2]. Eso es lo que hará la
situación insostenible, ya que las generaciones en edad de trabajar, mermadas
por decenios de baja fecundidad, no podrán sostener económicamente a los
jubilados, y para mantener el actual equilibrio de aquí a 2050 serán necesarios
un total de doce millones de inmigrantes, en dosis anuales de unos 240.000”
Creo que el
futuro es incierto ya que pueden variar mucho las circunstancias globales que
afecten a la evolución de nuestra demografía, por eso no puedo estar de acuerdo
con el negro augurio del Departamento de Población de UN. Porque, aunque pienso
que la situación actual no es nada adecuada para asegurar un relevo
generacional suficiente, ni para sostener en el futuro nuestro estado de
bienestar; creo que aún estamos a tiempo de cambiar, por si acaso el futuro
no se porta bien, algunas actitudes culturales y políticas para intentar paliar
los efectos de esta sequía demográfica; y por otro lado no tengo porque pensar que
el futuro no nos vaya a sorprender y al cabo de 40 o 50 años casi nada sea
parecido a lo que suponemos y esperamos. No obstante, mucho deberá de renovarse
la sociedad en el futuro, superando el excesivo individualismo, la cultura del
máximo confort, del mínimo esfuerzo y de la subvención inmerecida, para
decididamente apostar por la extensión y calidad de la formación, por la
eficiencia de los medios de telecomunicación, de transporte, de producción y de
los servicios, por las medidas para la superación de los injustos
desequilibrios sociales y por el decidido apoyo a la familia como primera
célula social que, además de educar y aportar ciudadanos a la sociedad,
contribuye junto a otros actores sociales al cuidado de los dependientes
pequeños y mayores.
Es el momento de
dejar de “no hacer política demográfica”, de dejar de lado prejuicios
ideológicos trasnochados, de abandonar el seguidismo de mentalidades egoístas y
aburridamente individualistas, para prestar atención a un gran problema que
consiste simplemente en que:
“España,
que resulta ser el menos poblado de entre los países «grandes» de la Unión Europea ……..
Las causas inmediatas de este hecho son inequívocas: nacen cada vez menos niños
y aumenta el número de fallecimientos”[3].
No todo se puede
confiar al bondadoso y generoso “futuro” y a la inmigración.
[1] Replacement Migration: Is it A Solutionto Declining
and Ageing Populations? Naciones
Unidas, Nueva York, 2000. http://www.un.org/esa/population/unpop.htm.
[2]
Actualmente nuestra PET/PD
(población dependiente) es de 2,45 activos por persona dependiente.
[3]
Julio Vinuesa Angulo.https://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=3602&t=articulos
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