El sonido de la soledad, es lo
que escuchan extrañados los madrileños al abrir la ventana estos días. El
estado de alarma ha vaciado las calles. Sin embargo, las calles de los pueblos
de la España rural ya se habían vaciado antes de que llegase el coronavirus.
Les atacó otra pandemia, la despoblación. Parece que no ha cambiado nada en esa
España vaciada, pero en realidad ha cambiado todo.
Navadijos es un pueblo de Ávila
de apenas 38 habitantes. No hay tiendas y queda un bar reconvertido en local
social que, por supuesto, ahora permanece cerrado. La comida y otros artículos
de primera necesidad llega en camiones o los vecinos se desplazan a pueblos
cercanos que sí cuentan con algún supermercado. Pero ahora, muchos de esos
camiones han dejado de venir o pasan con menor frecuencia. Además, acercarse a
las poblaciones vecinas a buscar provisiones no es una opción para muchas de
estas personas, ya que la población está muy envejecida.
Huyendo de Madrid, llegaron
muchas personas a sus segundas residencias en pueblos como éste. Muchas de las
provincias de Castilla y León limítrofes con Madrid, han incrementado entre un
10 y un 15% su población desde el comienzo de la crisis sanitaria. Todo el
mundo está atemorizado ante esta situación, nunca antes vivida. Pero para estas
localidades, el miedo es a extinguirse, pues su población es el enemigo número
uno del coronavirus. Desde los ayuntamientos, en redes sociales… piden a los
vecinos ocasionales que no vayan al pueblo, pues podría resultar letal. Pero en
la otra cara de la moneda se encuentran jóvenes que estudian en ciudades.
Algunos de ellos volvieron a sus casas cuando cancelaron las clases, ante las
miradas desconfiadas de sus vecinos, como si trajesen con ellos malas noticias.
Otros, haciéndose cargo de lo peligroso de volver a casa, están pasando la cuarentena
solos y lejos de sus familias. Todo esto está empezando a crear tensiones entre
unos y otros que, lejos de ayudar, complican la situación.
Por otro lado se encuentran los
recursos médicos. Con un solo ambulatorio para varios pueblos, la posibilidad
de colapsar es evidente. Esto sucede en Navadijos, que comparte el centro
médico de Navarredonda de Gredos con varios pueblos más. Con el aumento de
población experimentado estos días, un brote del virus en la zona podría
provocar un caos absoluto.
Algo que preocupa a todos es cómo
saldrá nuestra economía de esto. A pesar de las imágenes que hemos visto de
supermercados abarrotados, a los agricultores y ganaderos también les está
afectando. Esta situación solo ha reforzado la tiranía de las grandes
superficies sobre el precio de los productos. Al sector primario cada vez se le
hace más cuesta arriba el confinamiento.
En esta situación parece que la
solución a todo se encuentra en Internet. El teletrabajo, las video llamadas,
la compra online… hacen más fácil la cuarentena. Pero Internet es un recurso al
que gran parte de estas personas no tienen acceso, bien sea por una cuestión de
edad o porque simplemente no llega la señal. En 2018 casi cinco millones de
españoles no tenían acceso a ADSL, la mayoría en el medio rural. Esto supone
una desventaja notable, por ejemplo, para estudiantes que están continuando la
docencia online.
Sin embargo, los pueblos cuentan
con una ventaja frente a las ciudades: la cercanía. Hemos podido ver imágenes
de agentes de la Guardia Civil preocupándose por las personas mayores de estos
lugares e incluso llevándoles la compra a casa. Su papel está siendo
fundamental.
En los pueblos de España, las
autoridades y los vecinos están haciendo todo lo posible para resistir al
virus. Ahora toca que todo el mundo sea responsable y apoyar a aquellos que
llenan la España vaciada, ahora más vacía que nunca.
Marta Argota Puebla.
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